MEJORAR MI ESTUDIO
Mejorar tu estudio en realidad no tiene mucho misterio.
Lo primero que deberías plantearte es para qué quieres usarlo. ¿Quieres componer música, quieres grabar, quieres mezclar o quieres masterizar? Eso es lo primero que deberías comenzar a preguntarte. Si quieres hacer todo eso tú solo probablemente hay un fallo en tus planteamientos que con el tiempo comprenderás. En cualquier caso, es un tema en el que no voy a entrar en este momento.
Veamos cómo mejorar tu estudio para cada una de estas actividades.
Mejorar mi estudio para componer música.
Lo primero y casi lo único que diría que necesitas es un buen ordenador. Un ordenador es la base de la producción musical actual. Mientras más potente sea, más posibilidades tendrás a la hora de producir, es decir: más instrumentos virtuales, más procesadores (ecualizadores, compresores, efectos, etcétera.), más pistas, más rapidez, más muestras, etcétera.
Es obvio que la diferencia entre producir con un ordenador al que le sobra potencia y un ordenador al que le falta es notable. Cualquier tipo de bloqueo de tu ordenador supondrá un bloqueo durante tu proceso creativo, y eso sin duda podría significar la muerte para la obra que estás creando. No hay nada peor para un creador que verse bloqueado por las limitaciones de la tecnología. Sentir cómo se pierde una idea y la emoción del momento por culpa de una computadora es algo realmente doloroso y frustrante.
Mi recomendación si quieres componer música con un ordenador es que tengas uno lo más potente que puedas permitirte. Invierte en eso. Olvídate de monitores caros, de micrófonos caros, de acústica… porque realmente nada de eso es necesario para componer, pero un buen ordenador sí es un requisito indispensable. Si no puedes acceder a tecnología de calidad, mi recomendación es que produzcas en un estilo más minimalista.
A partir de ahí, si ya tienes la computadora te recomendaría tener algunos instrumentos virtuales que conozcas muy bien y con los que te sientas cómodo produciendo, además de algunas librerías de sonido con one-shots y loops que también conozcas a la perfección. Lo que quiero decirte es que con pocas herramientas que conozcas bien harás más que con un millón a las que no sepas sacar partido. Créeme, con muy poco se puede hacer mucho y con mucho podrías no hacer nada. Cualquier creativo sabe que las limitaciones ayudan a finalizar los proyectos. Tener demasiadas posibilidades es tener demasiadas complicaciones.
Un buen ordenador, un DAW con el que te sientas cómodo (Logic Pro, Cubase, Ableton Live, FL Studio, etcétera.), unos cuantos instrumentos virtuales que conozcas bien y un puñado de librerías de sonido (sobre todo de percusión).
No necesitas nada más.
Mejorar mi estudio para grabar música.
Si quieres grabar podría decirte que necesitas una cabina, pero no es del todo cierto. Se pueden llegar a hacer mejores grabaciones en el salón de casa que en una cabina. Vayamos por partes.
Si quieres grabar, lo primero que tendrás que saber es qué quieres exactamente grabar. Entiendo que si haces música urbana lo que quieres grabar son voces. En ese caso no tendremos mucha complicación.
Grabar voces con una calidad decente es posible en cualquier espacio de tamaño mediano que tenga una acústica natural, es decir, ni muy mojada, ni muy seca. ¿Es mejor seca que mojada? Es posible que sea más práctico tener un espacio tendente a la sequedad, pero en cualquier caso con tener una acústica natural es suficiente.
Las voces demasiado secas también son problemáticas. La idea fundamental que debemos recordar es que las voces que grabemos en ese espacio no deben sonar claramente con reverberación, sino que deben sonar naturales. Si consigues un sonido natural es más que suficiente. Si quieres puedes hacer que suenen un poco más secas, ya que luego podrás añadir un poco de reverberación en la mezcla, pero lo que no debes hacer es crear un espacio en el que las voces suenen muertas, aburridas y encajonadas, como por ejemplo ocurre cuando grabas en un armario.
Creo que me entiendes. Naturales o tendentes a ser secas, pero nunca muertas. Es mucho mejor naturales que muertas. Créeme. El aire es fundamental en una grabación.
¿Cómo crear este tipo de espacios?
Es muy sencillo. Si no quieres gastarte un duro llena el espacio con diversos materiales que actúen como absorbentes y difusores: estanterías con libros, cojines, sofás, alfombras, colgadores de ropa, cortinas, personas, etcétera. Cualquier tipo de material que no tenga una superficie rígida (pared, metal, mármol) absorberá el exceso de reverberación. Trata de distribuirlo todo por la habitación con gusto y tendrás un espacio bonito y cómodo en el que realizar buenas grabaciones vocales.
La clave para lograr algo muy interesante es probar. Haz grabaciones y prueba con diferentes configuraciones. Al final, como te decía, lo que debes lograr es que la voz en ese espacio se sienta natural. Creo que está claro.
Si en cambio quieres invertir en comprar materiales acústicos también está bien, pero en este caso te recomendaría que contratases a un ingeniero acústico. No es caro y podrías hacer un gran trabajo. Nosotros disponemos de uno para nuestros clientes, pero como te digo no es estrictamente necesario para grabar voces decentemente.
Eso sí, quizá un espacio bien acondicionado acústicamente te da otro tipo de beneficios de cara a trabajar con clientes, como por ejemplo aumentar tu caché. No es lo mismo sentirse en un estudio que en una habitación de casa.
También existe la posibilidad de crear un espacio acústico aceptable con materiales caseros y complementarlo con algo de material acústico en lugares estratégicos.
Finalmente, me gustaría recomendar el uso de herramientas como el Reflexion Filter para habitaciones trabajadas con materiales caseros. Realmente ayuda a lograr un sonido más seco con una inversión mínima, pero como digo, primero hay que escuchar. La clave es escuchar, escuchar y escuchar. Hacer pruebas es fundamental para lograr un resultado óptimo.
Por cierto, si estás pensando en comprar equipos para grabar voces no hace falta que te gastes demasiado, y si decides hacerlo, la única recomendación que te hago es que te gastes el dinero en el micrófono. El previo ayuda, pero no tanto. El orden de mayor a menor importancia es el siguiente: micrófono, previo y conversor analógico a digital. La cuestión es que el proceso más importante de la cadena es el proceso de conversión acústico-eléctrico, es decir, la conversión del aire en electricidad, y eso es de lo que se encarga el micrófono.
Con una inversión de 150€ puedes comprar un micrófono decente.
Mejorar mi estudio para mezclar música.
Una vez nos adentramos en el campo de la mezcla la cosa empieza a ser un poco más compleja.
Si quieres una sala de mezcla que no te engañe, primero debes acondicionar acústicamente el espacio y posteriormente calibrarlo con herramientas de medición. En este caso, sí o sí recomiendo trabajar con un ingeniero acústico. La realidad es que mezclar en una sala sin acondicionar podría ser muy problemático y no ofrece ninguna garantía. Piensa que instrumentos como el bombo o el bajo podrían estar sonando entre 10 dB y 15 dB por encima o por debajo de lo que escuchas por culpa de la sala, es decir, que igual tu escuchas el bombo bien integrado en la mezcla pero más tarde en casa de un amigo o en el coche lo escuchas completamente fuera de plano. Este tipo de problemáticas en los graves (por debajo de 150 Hz) son habituales en habitaciones sin tratar acústicamente.
Si no estás dispuesto a realizar una inversión en acústica mi recomendación es que mezcles a bajo volumen (entre 30 dB y 50 dB). En este sentido debes tener en cuenta que a ese volumen no escucharás prácticamente los graves, pero eso es precisamente lo que buscamos con esta decisión. Es el precio que hay que pagar. Para remediar en la medida de lo posible esta situación lo que te recomiendo es que, además de mezclar a bajo volumen, dediques mucho tiempo a escuchar música en esa misma habitación y a ese mismo volumen, de modo que puedas hacerte una idea sobre cuánta presencia suelen darle a los graves otros mezcladores. Algo parecido ocurrirá con los sonidos agudos y la solución es la misma.
A bajo volumen escucharás sobre todo el rango medio de los sonidos, pero en cualquier caso ahí es donde está el 80% de la inteligibilidad de la mezcla, la presencia. Por otro lado, hay que tener en cuenta que la gente no suele escuchar música a un volumen demasiado alto, o al menos no el consumidor medio de música.
Otra cosa es que pretendas mezclar música para artistas que suenen a gran volumen en potentes clubes y grandes escenarios.
¿Equipos?
Si quieres mezclar invierte en monitores. No hay duda. La herramienta más importante para una persona que trabaja con sonido es su escucha y la escucha resulta de la interacción entre la sala y los monitores. Habiendo cubierto la cuestión de la sala, la siguiente inversión debería realizarse en los monitores. A partir de ahí podemos comenzar a hablar de interfaces de audio, procesadores y un largo etcétera.
Otra recomendación es que si tienes una habitación pequeña no inviertas en un subwoofer, ya que como hemos comentado anteriormente, este tipo de habitaciones dan muchos problemas en graves y con un sub solo aumentarías esa problemática. Para una habitación pequeña con dos monitores de 5” o 6” tienes más que suficiente.
Si dispones de una habitación mediana (de 20 m2 a 30 m2) tienes la opción de trabajar con monitores más grandes (8”) o de combinar monitores pequeños (6”) con un subwoofer, pero si te decides por un sub es importante que sepas dónde colocarlo y que además estés dispuesto a realizar mediciones.
Mejorar mi estudio para masterizar música.
Si quieres dedicarte al mastering tengo que recomendarte sí o sí invertir en buenos equipos (monitores, subwoofer, conversores, etcétera.) y trabajar con un buen ingeniero acústico. Podría darte algunos consejos para hacer algo decente con equipo económico y sin demasiada inversión en acústica, pero realmente preferiría no hacerlo por respeto a lo que significa para mí esta profesión.
Si quieres dedicarte al mastering de forma profesional realmente debes buscar acercarte lo máximo posible a la excelencia en tu sistema de referencia. Para lograrlo deberás realizar una gran inversión tanto en acústica como en equipamiento de audio de primer nivel. ¿Por qué? Porque lo que se espera de un ingeniero de mastering es que además de potenciar la experiencia del oyente en un sentido técnico y artístico, también sea capaz de garantizar que ese producto va a reproducirse en condiciones óptimas en el mayor número de sistemas de reproducción posibles, es decir, tanto en un campo de fútbol, como en un altavoz portátil, como en cualquier sistema intermedio entre esos dos extremos (equipos hi-fi, televisores, radios, coches, auriculares, etcétera.) y para lograr eso no solo hay que tener sensibilidad, ser muy bueno técnicamente y tener mucha experiencia y conocimientos, sino que además, y esto es lo primero, hay que disponer de una escucha que diga la verdad o que se acerque a ello lo máximo posible. Dicho de un modo entendible para todo el mundo, tenemos que estar seguros de que la cantidad de frecuencias graves, medias y agudas que percibimos cuando masterizamos están realmente en la música y no son un producto de las interferencias constructivas (aumentos) y destructivas (disminuciones) de nuestra sala.
Por último, me gustaría aclarar que a pesar de que en el apartado sobre mezcla recomendé trabajar a bajo volumen en caso de no poder trabajar en una sala grande y acondicionada acústicamente, esto es algo que no podemos hacer en mastering puesto que no podríamos cumplir con los requisitos y garantías que mencionaba en el párrafo anterior. En mastering necesitamos saber a ciencia cierta cómo va a responder la música a altos niveles de presión sonora.
Conclusión.
No hay soluciones caseras ni trucos para el mastering.
Si quieres masterizar música y poder garantizar resultados a tus clientes, es una necesidad que dispongas de un sistema de referencia (sala + equipamiento de audio) calibrado (discrepancias de ±3 dB en todo el espectro de sonido) y con capacidad para reproducir el rango frecuencial en toda su plenitud (de 10 Hz a 20 kHz).
Además, y aunque mucha gente desconoce este dato, también es fundamental que nuestro sistema entregue una respuesta a transitorios, es decir, que no solo muestre la realidad de la curva de respuesta de nuestra canción (distribución de la energía desde 10 Hz a 20 kHz), sino que además nos muestre con total nitidez cuál es la realidad dinámica a través del rango completo: subgraves, graves, medios-graves, medios, medios-agudos, agudos y súper agudos.
¿Algo más? Sí.
Podríamos hablar mucho más sobre el mastering, pero no quiero entrar demasiado a fondo en el tema aunque sí me gustaría decir algo.
Es una realidad que gran parte de los aportes que históricamente se han relacionado con el mastering tienen que ver con los equipos a través de los cuales los ingenieros procesan el sonido.
No te engaño si te digo que tan solo pasando una obra musical por un equipo analógico del tipo Manley Massive Passive puedes ver cómo esta adquiere una cualidad de espesura y un color sutil en el sonido capaces de cambiar por completo el concepto de una canción de un modo que sería imposible lograr con ecualizadores, compresores o equipos digitales. Repito, todo esto sin hacer ningún tipo de procesamiento en el audio. Simplemente atravesando el equipo se logra un grano o textura además de colores realmente impactantes. Si puedes comprender la diferencia entre una fotografía tomada con una cámara analógica y una tomada con un teléfono móvil podrás comprenderme. En este sentido, poseer ciertos equipos podría ser importante para lograr un cierto nivel de expresividad capaz de marcar la diferencia entre un producto musical que se siente estéril y uno que se siente vivo.
¡Bienvenido al mundo del mastering! ¡Realmente apasionante!